Galería AVM
Arte contemporáneo de París

Camino a mi estudio y lo siento como una bendición. Vivo en Saint-Ouen-sur-Seine, en pleno mercadillo. Es un entorno que se ha vuelto casi indispensable para mí. Incluso si el mercadillo está desierto cuatro días de cada siete, el paseo dura unos quince minutos. Antes de irme, ya he contemplado el paisaje por la ventana. Al salir, busco al cuervo, no lejos de su nido, a las urracas, al gato blanco que me recuerda a palacios lejanos, a las nieves eternas o a antiguos maharajás; también observo el follaje, los racimos rosados de los castaños o los brotes de yuzu; ahora estoy en la calle y es tanto un viaje como una aventura, ¡por supuesto!

No es tanto la inspiración lo que determina mi orientación en el trabajo, sino más bien la necesidad; la necesidad de respirar; respirar con y en el mundo y sentirlo con todos mis poros. Para mí, el Mundo, por infinito que sea, es vida, y la Vida es el mundo; siento una escala de igualdad o la necesidad de buscar la igualdad en todas las cosas; de invertir la escala de valores.